Ayer vivimos una jornada tan convulsa como absurda. A primeras horas de la mañana, en un cuartel al norte de Quito, cientos de policías se sublevaron rechazando una Ley de Servicio Público que, según ellos (o quienes les mal informaron) les recortaba unas bonificaciones y condecoraciones.
El presidente Rafael Correa fue al cuartel e intentó dialogar con los policías. Nada. Gritos, insultos, amenazas. Correa, desde una ventana del cuartel, les explicó que la Ley no les quitaba nada, al contrario, les mejoraba sus ingresos. Nada. Ante la violencia creciente de los policías, el presidente, en un gesto tan valiente como temerario, se abrió la camisa y les dijo: Señores, si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo, pero seguiremos con una sola política de justicia, de equidad.
Nada sirvió. Cuando Correa quiso salir del cuartel, los policías lo empujaron y le arrojaron bombas lacrimógenas. Casi lo asfixian y tuvo que ser llevado al Hospital de la Policía, donde fue encerrado en el tercer piso. Ahí lo mantuvieron secuestrado todo el día.
La sublevación policial se extendió por todo el país. Guayaquil, Cuenca, Ambato, Riobamba, Loja, Esmeraldas... resultaba inexplicable que por un motivo tan pequeño estos “chapas” (apodo peyorativo que el pueblo da a los policías) armaran un caos tan grande.
En RADIALISTAS no podíamos trabajar (por eso, ayer no les enviamos ningún radioclip). Íbamos de la televisión a la radio y de la radio al internet. Al final, fuimos a la calle a sumarnos a la creciente multitud que rechazaba el golpe de estado. Pasamos por la Asamblea Nacional donde los policías sublevados tenían también secuestrados a diputados y diputadas. A las afueras del edificio, un grupo del MPD (partido radical que, como se sitúa a la izquierda de la izquierda, le hace el juego a la derecha) apoyaba a la policía (esa misma policía que en todas las manifestaciones los ha masacrado).
Fuimos a la Plaza Grande de Quito, donde al mediodía ya se congregaban cientos, y luego miles de ciudadanas y ciudadanos apoyando al presidente Correa. Mejor dicho, apoyando el proceso democrático del país.
Los sublevados no cedían. Fueron tres veces al Hospital donde mantenían secuestrado al presidente para forzarle a que retirara la cuestionada Ley. Correa les preguntó si alguno de ellos la había leído. Ninguno. Era evidente que los policías habían sido mal informados y estaban siendo manipulados por otras fuerzas en la sombra.
Seguía la revuelta de los policías, el “chapazo”, como lo calificó Radio La Luna, emblemática emisora que encabezó la resistencia contra el anterior y corrupto gobierno de Lucio Gutiérrez. Era el mundo al revés. Veías policías quemando llantas en las calles y gritando consignas golpistas. Policías tirando piedras contra los civiles. Policías arrojando bombas, disparando contra la gente que no les apoyaba, golpeando a mujeres, a peatones, con sus toletes... Ellos, pagados por el pueblo para cuidar el orden, convertidos en delincuentes con uniforme.
El ejército no. El ejército ecuatoriano mantuvo su dignidad y apoyó al gobierno elegido democráticamente. Cuando se declaró el estado de excepción, el ejército se hizo cargo de las cosas. Lo primero fue proteger la Radio y la TV pública que estaba siendo invadida por policías desaforados que rompieron las puertas de ingreso y quisieron justificar su conspiración ante los televidentes y radioescuchas.
Ya de noche, decenas de camiones militares rodearon el hospital para rescatar al presidente. Parecía una película mal hecha. Militares disparando contra policías. Dos muertos y un montón de heridos. En medio de la balacera, el ejército logró ingresar al hospital y rescatar a Correa. Lo llevaron a la Plaza Grande, al mismo balcón donde 200 años proclamó Bolívar la independencia de Quito. Desde allí, el presidente habló a la multitud, agradeció la solidaridad demostrada por el pueblo y se comprometió a castigar a los responsables de esta absurda revuelta.
¿Que hay detrás de esta intentona de golpe de estado? Todos los dedos señalan al depuesto presidente Lucio Gutiérrez, un vendepatria que no se resigna a haber sido expulsado por el pueblo quiteño de ese mismo palacio donde ahora hablaba Correa.
Pero, ¿quién está detrás de Gutiérrez? Esta es la pregunta fundamental. Con seguridad, la extrema derecha, la oligarquía ecuatoriana que tampoco se resigna a no poder seguir saqueando las arcas públicas como antes hacía impunemente. ¿Y no habrá alguien más detrás? ¿Será coincidencia el intento de golpe contra Chávez en Venezuela, el golpe contra Zelaya en Honduras, el intento de golpe contra Evo Morales en Bolivia, y contra Lugo en Paraguay y ahora contra Correa en Ecuador?
De inmediato, todos los países de la OEA, de la UNASUR, de la Unión Europea, han apoyado la democracia ecuatoriana. También al interior del país, los movimientos sociales, la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), la Coordinadora Política de Mujeres, los muchísimos periodistas dignos que defienden el estado de derecho, han rechazado esta intentona golpista y han expresado su apoyo al proceso democrático que vive el Ecuador. RADIALISTAS también.
Equipo RADIALISTAS
La Canalla Internacional de la comunicación quiso restarle importancia a lo ocurrido en Ecuador, alegando que eso fue una protesta por meros asuntos internos por ajustes salariales de los uniformados y que además, justificaban la acción, dando a entender que el Presidente Correa se merecia la acción. por irrepestar los derechos contractuales de los trabajadores, en este caso, los policias. Como estos medios industriales masivos se les ve el golpismo en la costura.
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