La historia musical de EE.UU y Cuba, el jazz, el Cubadisco, la disquera Concord Music Group… no se sabe bien a cuál “culpar” por el milagro de una noche irrepetible en el Teatro Auditórium Amadeo Roldán. Tres prestigiosos músicos norteamericanos confluyeron en la escena con descollantes figuras jóvenes del género en la Isla, en un concierto que se ganó el crédito de espectacular, no solo por la calidad de las interpretaciones, sino por la complejidad y belleza de las piezas, compuestas por los propios protagonistas.
Un proyecto que tiene ya varios años animó a Concord —ganador este 2010 del Premio Internacional Cubadisco— a reunir al saxofonista puertorriqueñ o radicado en EE.UU. David Sánchez y a los norteamericanos Christian Scott (trompeta) y Stefan Harris (vibráfono), con los pianistas cubanos Rember Duarte y Harold López-Nussa. Desde hace varios días graban en La Habana un disco que se hará acompañar de un material audiovisual que recrea el concierto del 17 de mayo.
Para Sánchez, reconocido como uno de los mejores saxos del mundo y cuya carrera prestigian, entre otros, los nombres de figuras del jazz como Dizzy Gillespie, Slide Hampton, Miriam Makeba, Paquito D’Rivera, Eddie Palmieri y McCoy Tyner, la velada junto al público cubano fue “especial”. “Músicos de ideas y contextos diferentes —dijo en un intermedio del espectáculo— tratamos de integrar dos mundos, y una vez más tenemos la bendición de contar con la lección que da la música: saber escuchar, conectarse el uno con el otro. Desaparecen las fronteras y el ego, somos uno y parte de algo mucho más grande que nosotros”.
En dos partes —la primera con Duarte al piano, acompañado por músicos de su banda, y la segunda con López Nussa junto con su hermano Ruy Adrian (batería), el bajista Yandy Martínez y el percusionista Edgard Martínez— Sánchez, Scott y Harris, lideraron la interpretació n de temas como “Brown bell blues” (S.Harris), “Paradise found” (C. Scott), “Congo” (R. Duarte), “Los olvidados” (D. Sánchez), “Esto debería parar” (S. Harris) y “City Sunrise” (D. Sánchez). El cierre se reservó a “La fiesta va” una composición de Harold surgida hace más de dos años, cuando se enteró de que podría materializarse la unión con estos músicos.
Aunque el calor en el teatro obligó a ponerle el sello de “tropical” a la grabación de Concord, y según confesara Sánchez en entrevista con La Jiribilla, el deseo del agente principal “es lograr el sabor afrocubano y caribeño”, en el recital se escucharon entre los pulsos de los instrumentos la música clásica, la de New Orleans, la de Coltrane e Irakere. “Quienes hacemos la música —explicaba el más joven de la United Nations Orchestra, de Gillespie, en los 90— tenemos un objetivo mayor: poder trasmitir un mensaje. En este caso, a través de los sonidos, el mensaje puede interpretarse como cualquier otro idioma. No nos gusta que nos encasillen, se trata de una expresión que le damos al público, si Dios quiere les gustará, si no, por lo menos lo intentamos”.
Es la primera vez que Sánchez comparte con Rember Duarte, ganador del concurso cubano Jojazz, cuya primera producción fonográfica, Cimarrón, alcanzó la nominación el certamen más importante del disco en Cuba en las categorías de Jazz y Ópera prima. Durante el concierto, el boricua calificó a este joven de “tremendo compositor y pianista”. Con Harold —quien acaba de regresar de una gira por Europa con la cantante Omara Portuondo y de ofrecer varios conciertos en ese continente con su trío— Sánchez había compartido ya en el Gran Teatro de La Habana como parte del Monterey Jazz All Stars de Orlando Valle Maraca. Al decir del autor de los discos Obsession, Coral, Travesía, Melaza, Street Scenes, The Departure y Sketches of Dreams, López-Nussa sobresale por ser “tan joven” y poseer “tantas herramientas”.
El puertorriqueñ o señala también la “estable y sólida” trayectoria de Christian Scott, el más joven de los invitados extranjeros, sobrino del famoso saxofonista de New Orleans Donald Harrison, quien ha compartido con otros músicos de la altura de Marcus Miller.
“Stefan Harris es increíble —apunta—. Tiene un poco más de experiencia, lleva más tiempo en la música. Es un músico bien completo, porque cuando uno lo escucha siente la esencia del jazz y un aroma de música clásica y blues; todo eso en el vibráfono, un instrumento muy especial”. Este músico, que ha trabajado con personalidades como Joe Henderson y Wynton Marsalis, sobresale en la escena, entre otros valores, por su creatividad.
Según Sánchez, “fue una idea muy buena de Concord Music Group hacer funcionar este proyecto, pero más aún, por llamar a músicos jóvenes que vienen con otras perspectivas de cómo hoy día se puede ver la música a través de la tecnología, cuando todo es más rápido y las informaciones se mueven también a mayor velocidad”.
“Uno olvida de dónde viene”
El saxofonista, ganador de un Grammy en 2005, ha dicho que cada vez que viene a Cuba, se siente como en su casa en Puerto Rico. “Algo bien especial que tiene el proyecto es lo espontáneo. Nada de sobre producción o sobre ensayo. Cada uno de nosotros propone alguna de sus canciones para ver cómo se siente. Creo que la meta principal es, ver cómo nos relacionamos el uno con el otro en el momento creativo, cómo es que —aunque sabe de dónde viene— uno olvida, y no tiene miedo del desapego al lugar de origen, porque lo que interesa es estar abierto y receptivo ante otras propuestas”.
Cuando el también miembro en 1992 de The Jazzmasters, dirigido por Slide Hampoton, se reconoce como un músico cuya “columna vertebral” es el jazz, no deja de mencionar, como parte de su concepto, el folclor y la música puertorriqueñ a. “Mi objetivo como artista es que el arte no se vea fragmentado, sino que cada elemento tenga algo que ver directamente con otro, que se logre una unidad. Que no sea ‘esta música o aquella´, sino un fenómeno sin barreras”.
Al describir la reunión de músicos de distintas procedencias esta vez en la capital cubana, David Sánchez recuerda la convocatoria de Maraca en el Monterey Jazz All Stars. “Aquella fue una propuesta completamente diferente, pero de cierta forma similar, porque Giovanni, El Negro y yo, veníamos con perspectivas diversas, pero nos unimos en un solo concepto”.
La convergencia de Scott, Harris, López-Nussa, Duarte y Sánchez, en una sola noche en la Isla frente al público, demuestra la futilidad de los obstáculos ante el genio y la pureza de la música. El gesto de Concord de ceder los derechos a la disquera cubana Colibrí —uno de los impulsores del movimiento del joven jazz en Cuba— para la futura reproducción del proyecto, desdibuja, una vez más, los límites artificiales de la cultura.
Carhueso/CNMP
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