Si dicen mal de ti con fundamento, corrígete; de lo contrario, échate a reír." Epícteto

sábado, 22 de mayo de 2010

El Secreto

Había una vez una cebra que se llamaba Cándida.
Cándida tenía unas hermosas rayas blancas y negras por todo su cuerpo. Cuando se reía mostraba sus hermosos dientes blancos.
Era el animal más hermoso de la sabana. Ni siquiera la melena del león podía igualar la belleza de la cebra. Ni la maliciosa carcajada de la hiena podía competir con la risa alegre de la cebra. Los largos colmillos del elefante tampoco podían compararse con los brillantes dientes de la cebra.
Todos los animales de la sabana admiraban aquellas espléndidas rayas blancas y negras.
«¿Dependerá de lo que coma?», se preguntaban. Los rinocerontes comen hierba, y lo mismo los búfalos. ¿Cuál será el secreto de la cebra?
Los animales de la sabana fueron a ver a Pepita, la borrica.
Una burra se parece a una cebra, pero sin rayas.
Cándida y Pepita eran primas.
El pequeño jabalí le pidió a Pepita que le revelara el secreto de la belleza de Cándida.
«Ya me gustaría a mí conocer el secreto de Cándida», dijo Pepita.
Al día siguiente Pepita fue a visitar a su prima Cándida. A ella le gustaría ser tan guapa como la cebra. Cándida se alegró de ver a Pepita. Le permitió comer en su prado y compartir también el agua.
Pepita estaba sorprendida por la generosidad de su prima. Era agradable y divertido estar con ella. Nunca decía una mentira. Siempre pedía disculpas cuando hacía algo mal. Y nunca olvidaba darle las gracias cuando Pepita se ofrecía para ayudarla.
¡Oh! ¡Qué magnífica persona era la cebra!
Pepita volvió corriendo y brincando a reunirse con los animales de la sabana.
«¡Hola! ¡Ya he descubierto el secreto de la cebra! La verdadera belleza consiste en las buenas obras que hacemos cada día».
Rosemary Kamau
El secreto y otros cuentos
Paulinas

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